"Ya no soy quien era... ¿y ahora qué?"
- Lic. Karina Palomo Pesci

- 4 may
- 2 Min. de lectura

La tercera edad y el desafío de reconfigurar el rol familiar
El paso del tiempo trae consigo transformaciones inevitables. El cuerpo cambia, los ritmos se desaceleran, los hijos crecen, los nietos llegan, y —sin darnos cuenta— empezamos a ocupar un lugar diferente dentro de nuestra propia familia.
Muchas personas mayores sienten, en silencio, que ya no son “necesarias” como antes. Lo que antes se decidía con autoridad, hoy se consulta. Lo que antes se hacía por rutina, ahora se delega. Y en ese movimiento tan sutil como profundo, surgen preguntas que calan hondo:
👉 ¿Cuál es mi lugar ahora?
👉 ¿Dónde está mi voz en esta familia?
👉 ¿Cómo acompaño sin invadir? ¿Cómo me dejo cuidar sin sentirme una carga?
Estas preguntas no hablan de debilidad. Hablan de un proceso natural que muchas veces se atraviesa en soledad, pero que merece ser escuchado y acompañado.
El rol familiar en movimiento
Durante años, el adulto mayor fue sostén, guía, responsable de decisiones, custodio de valores. Con el tiempo, esa función va cediendo lugar a los hijos adultos, quienes asumen su propia vida familiar. Y aunque esto es parte del ciclo vital, no siempre se vive con serenidad.
Puede aparecer:
Tristeza o frustración por sentir que ya no se tiene el mismo protagonismo
Conflictos con hijos que “no hacen las cosas como uno haría”
Silencios tensos por no saber cómo decir lo que se siente
Soledad emocional, incluso rodeados de familia
En muchas familias, estos temas no se hablan. Se suponen. Se evitan. Y ahí es donde la orientación familiar puede hacer una gran diferencia.
¿Cómo ayuda la orientación familiar?
Desde un enfoque respetuoso y humano, la orientación familiar ofrece un espacio para resignificar esta etapa, acompañando tanto a los adultos mayores como a sus hijos adultos.
Acompañamos a:
Expresar lo que se siente sin generar conflicto
Acordar nuevas formas de participación en la vida familiar
Reconocer los aportes únicos de cada generación
Crear puentes de diálogo entre padres, hijos y nietos
Recuperar el valor del legado, la sabiduría y la presencia amorosa
El adulto mayor no es alguien “que ya pasó su momento”. Es alguien que aún tiene mucho para ofrecer, aunque de otro modo.
Recomendaciones para las familias
Escuchar con paciencia: a veces el mayor solo quiere ser tenido en cuenta
Incluir sin exigir: proponer, no imponer
Evitar la infantilización: no hablar como si no entendiera o no pudiera
Aceptar los cambios con amor: el rol cambia, pero el valor de la persona permanece
Pedir ayuda si es necesario: hay situaciones que se alivian mucho con acompañamiento profesional
Un espacio para pensar y sentir
Cada etapa de la vida trae sus propios desafíos, y la tercera edad no es la excepción. Desde la orientación familiar, creemos que el envejecimiento puede ser una etapa digna, activa y profundamente significativa, cuando se vive con vínculos sanos y presencia amorosa.
Si este tema te resonó, te invito a seguir leyendo los artículos del blog. Cada nota es una invitación a comprender mejor el mundo familiar, con mirada cálida y profesional.



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