top of page

Cuando el trabajo lastima: cómo enfrentar vínculos laborales que nos desvalorizan

ree

A veces, el espacio de trabajo —ese donde pasamos tantas horas al día— se vuelve un lugar difícil de habitar. No siempre por la tarea en sí, sino por el vínculo con quienes nos lideran. Un jefe que subestima, desvaloriza o manipula no solo erosiona la motivación, sino que impacta en lo más profundo: en nuestra autoestima, en nuestras emociones y en la forma en que nos relacionamos fuera del trabajo.


El daño invisible: ¿cómo se vive este tipo de vínculo?


La mayoría de las personas que atraviesan un vínculo laboral tóxico no lo reconocen de inmediato. Se inicia con una sensación de incomodidad, una duda sobre si lo que se percibe es "tan grave", una justificación frecuente de frases o gestos que incomodan. Con el tiempo, se empieza a registrar que el malestar se vuelve habitual y que la energía, el entusiasmo o la claridad empiezan a deteriorarse.

Algunas señales de que estamos en un vínculo de este tipo pueden ser:

  • Sentirse vigilado, cuestionado o humillado en público

  • Que tus aportes o ideas sean sistemáticamente ignorados o apropiados por otros

  • Recibir críticas constantes sin intención constructiva

  • Sentir que cualquier límite es interpretado como desobediencia o amenaza

  • Percibir manipulación emocional: silencios, ironías, cambios de actitud, promesas que no se cumplen

Este tipo de jefatura usa su lugar jerárquico para ejercer un control que muchas veces excede lo profesional y roza lo personal, dejando al empleado en una posición de inseguridad permanente.


¿Cómo repercute esto en la vida personal y familiar?


El trabajo no queda en la puerta de casa. Las emociones acumuladas por una jornada bajo presión, sin reconocimiento, o vivida en tensión constante, llegan a casa transformadas en:

  • Irritabilidad

  • Cansancio emocional

  • Falta de paciencia con los hijos o la pareja

  • Desconexión emocional

  • Sensación de vacío, de no tener más nada para dar

La familia, sin saberlo, comienza a convivir con una versión apagada de quien antes era fuente de entusiasmo o sostén emocional. Esta situación sostenida en el tiempo puede generar conflictos familiares, sensación de soledad en los vínculos íntimos y hasta problemas de salud como insomnio, gastritis o contracturas musculares crónicas.


El riesgo de perderse a uno mismo


Uno de los efectos más peligrosos de este tipo de vínculo laboral es que mina la confianza personal. La persona comienza a dudar de sí misma, se pregunta si realmente es tan competente, si vale la pena intentar algo diferente, si será respetada en otro ámbito. El miedo al cambio, a la pérdida de estabilidad económica o al rechazo refuerza el círculo de sometimiento silencioso.

Sin darnos cuenta, podemos caer en una suerte de adaptación emocional al maltrato. Empezamos a naturalizar lo que nos hace daño. Y eso, con el tiempo, genera un profundo desgaste del que cuesta salir.


¿Qué podemos hacer?


La buena noticia es que podemos empezar a salir de ese círculo. No siempre cambiando de trabajo de inmediato, pero sí tomando conciencia, fortaleciendo nuestros recursos y marcando límites que protejan nuestra salud y nuestra dignidad.


1. Reconocer lo que está pasando


Nombrar el vínculo como lo que es: hostil, desvalorizante, tóxico. Poner palabras a la experiencia nos ayuda a recobrar claridad y fuerza.


2. Fortalecer la autoestima


Recordá tus logros, tus capacidades, las veces que saliste adelante. Hablá con personas que te conozcan y puedan devolverte una imagen más real y amorosa de vos misma.


3. Registrar lo que sentís, sin juzgarte


El enojo, el miedo, la tristeza son señales internas. Escuchalas. Permitite sentir sin censura, porque solo desde ahí vas a poder actuar con coherencia.


4. Poner límites con firmeza y respeto


Decir "no" o marcar un límite no es confrontar, es cuidarte. Podés ensayar frases claras como:

“Prefiero que estas observaciones me las compartas en privado.” “Me gustaría conversar sobre cómo nos estamos comunicando. Necesito poder expresar mis ideas sin sentirme descalificada.”


5. No enfrentar sola la situación


Buscar acompañamiento profesional —como la orientación familiar— te permite pensar con otra mirada, ordenar las emociones y diseñar estrategias concretas para protegerte, sin tener que dejar de ser profesional ni renunciar.


6. Cuidar tu mundo emocional


Cultivá espacios donde te sientas valorada, escuchada, amada. La lectura, el arte, el movimiento, los vínculos sanos... todo eso también es medicina frente al desgaste emocional.


Lo que un jefe no puede definir


Es fundamental recordar que ningún jefe, por más poder que tenga dentro de una organización, tiene autoridad sobre tu valor personal. Lo profesional se construye, se aprende, se mejora. Pero lo humano... eso ya vive en vos.

Tu dignidad, tu capacidad de amar, de crear, de acompañar a otros, de crecer, no puede ser opacada por nadie que no sepa ver tu luz.


Para tener presente


Si estás viviendo una situación así, no estás sola. Podés elegir no normalizar el maltrato y empezar a cuidar tu salud emocional.

Desde la orientación familiar, estoy para acompañarte en ese proceso, con escucha, respeto y herramientas que te permitan vivir y trabajar desde un lugar más libre y consciente.

Tu bienestar es posible. 


Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
bottom of page