Entre la pareja y lo laboral: decisiones de mujer en tiempos de incertidumbre
- Lic. Karina Palomo Pesci

- 19 sept
- 2 Min. de lectura

En distintos momentos de la vida, la mujer se encuentra frente a decisiones que trascienden lo inmediato: ¿dar un paso más en la pareja o seguir apostando a su desarrollo profesional y económico? Estas elecciones no siempre son simples ni se presentan de manera aislada; lo personal y lo laboral se entrelazan, potenciando o tensionando mutuamente.
En este cruce, aparecen emociones intensas: la incertidumbre de priorizar, el miedo a “elegir mal”, la culpa por dejar de lado expectativas externas o internas. Muchas veces, estas sensaciones se nutren de patrones familiares y lealtades invisibles que nos condicionan. A veces, en lugar de detenernos a escuchar lo que realmente sentimos, actuamos desde el orgullo o la necesidad de diferenciarnos. Puede pasar que, por no dar el brazo a torcer o por demostrar que no seguimos los mismos caminos que nuestra familia o la sociedad, elijamos un rumbo que no refleja nuestro deseo auténtico. Así, en el afán de rebelarnos frente a patrones y mandatos preestablecidos, terminamos decidiendo justo lo contrario de lo que en el fondo anhelamos. Esto genera un vacío interno, porque no se trata de una elección libre, sino de una reacción frente a lo que queremos evitar.
Los prejuicios sociales también pesan: no solo imponen expectativas externas, sino que confunden la mirada interna. Pueden hacernos dudar de lo que sentimos, desvalorizar nuestros logros o presionarnos a cumplir con cronogramas que no son nuestros. Esta tensión no siempre se manifiesta en grandes elecciones, también aparece en lo cotidiano: en cómo negociamos los tiempos, en cuánto espacio nos damos para crecer, en la forma en que juzgamos nuestras propias decisiones. Esa influencia, muchas veces silenciosa, erosiona la confianza en nuestra capacidad de decidir con libertad.
Aprender a respetar que otros vivan de acuerdo a esas consignas, y a la vez reconocer que no necesariamente son las nuestras, nos abre la posibilidad de vivir desde la autenticidad y no desde el mandato universal.
Tres pilares para detectar si estamos atrapadas en este círculo que limita
Falta de conexión con lo propio: cuando las decisiones se toman más por lo que se espera de mí (familia, pareja, sociedad) que por lo que siento y necesito.
Resentimiento ajeno heredado: reaccionar con enojo, rebeldía o dolor que no se originan en mi historia personal, sino en experiencias familiares o sociales transmitidas.
Ceguera ante los matices: ver solo extremos (“o elijo la pareja y me resigno” / “o elijo mi carrera y no cedo nada”), sin poder integrar caminos intermedios que respondan a mis verdaderos deseos.
Conclusión
La Orientación Familiar ofrece un espacio para revisar estas tensiones sin juzgar, con la mirada puesta en el equilibrio entre lo personal, lo laboral y lo vincular. Allí, cada mujer puede habilitarse a elegir desde su verdad, con libertad y sin cargas que no le corresponden.
Frase de anclaje
"Ni el mandato, ni la rebeldía: la verdadera fortaleza está en elegir lo que realmente nos identifica."



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